Hay dos tipos de ideas: las que se escuchan y se olvidan al minuto… y las que se quedan rondando en la cabeza, dando vueltas, clavándose, hasta que el que las escucha no tiene otra que actuar.
Si quieres que tus ideas estén en el segundo grupo, sigue leyendo.
He desmenuzado las claves del libro “Ideas que pegan” de Chip y Dan Heath para ti. 10 conceptos brutales que, si los aplicas, harán que tus mensajes sean memorablemente efectivos.
Y si quieres empezar a profundizar en cada una de estas áreas, recuerda que puedes apuntarte a la lista de correo y cada día recibirás más y mejor contenido.
¿Vamos a por este libro?
Índice de contenidos
1. Menos es más: No me líes
¿Te acuerdas de ese anuncio que decía: “Red Bull te da alas”?
Fácil, rápido, directo.
¿Cómo olvidar algo así?
Ahora compara eso con la típica explicación de tu cuñado: “
Esta bebida energizante contiene propiedades revitalizantes que bla, bla, bla”.
No. A nadie le interesa.
Cuando simplificas, la gente entiende tu mensaje a la primera.
Lo recuerda.
Y lo compra.
Haz que tu cliente no tenga que pensar.
2. Sorprende: Dale una bofetada (de las buenas)
Tu audiencia cree que ya lo sabe todo.
Rompe esa creencia.
Un giro inesperado, un dato que les haga levantar las cejas, eso es lo que necesitas.
Por ejemplo: “Trabajar más horas no genera más ingresos”.
¿Cómo que no? Claro que no. Eso es justo lo que quieren saber.
Cuando sorprendes, mantienes la atención.
Porque si les das lo que esperan, desconectan. Y, amigo, un cliente desconectado no compra.
3. Sé específico: Nada de “muy rápido”, dime cuánto
¿”Muy rápido”? ¿”Superefectivo”? ¿”Revolucionario”?
Palabrería vacía.
Dime cuánto, dime cómo, dime ahora.
Ejemplo: “Carga en 2,3 segundos”.
¿Ves la diferencia?
Lo concreto no se discute.
Es creíble.
Es real.
Es justo lo que necesitas para ganarte la confianza de quien te escucha.
4. Genera confianza: No me cuentes cuentos, dame datos
¿Quieres que te crean?
Pues dales algo que no puedan refutar.
Ejemplo: “El 97% de los clientes aumentó sus ingresos en 3 meses”.
Ese 97 no es una opinión, es un hecho. Y los hechos convencen.
La confianza convierte. Si no te creen, no te compran. Punto.
5. Apela a las emociones: Háblame donde duele
No vendas productos. Vende la vida que podrían tener con ellos.
“Imagina no perderte nunca más el cumpleaños de tus hijos”.
¿Quién puede ignorar algo así? Hablas de su dolor, de lo que realmente les importa.
No de ti. De ellos.
Las emociones mueven. Si conectas, ganas.
6. Cuenta historias: Dame algo que pueda imaginar
Las historias son magia.
Son el puente entre lo que dices y lo que sienten. “María empezó con miedo, hoy dirige su negocio desde casa”.
Te lo imaginas, ¿verdad? Ya la ves, tomando café, feliz en su salón.
Esto es lo que hace que un mensaje se quede pegado.
Una buena historia no se olvida.
Y si no te olvidas, estás un paso más cerca de la venta.
7. Una sola idea: No me aturdas
“Todo en uno” no significa todo a la vez. Si quieres que recuerden algo, céntrate en una sola cosa.
Ejemplo: “Tu contabilidad simplificada”. Solo eso. No intentes venderles los 15 beneficios en una frase.
No funciona.
Un mensaje claro deja huella. Uno confuso, deja dudas. ¿Y quién compra con dudas? Nadie.
8. Usa metáforas: Hazlo fácil de entender
Invertir con este método es como seguir un GPS.
¿Te queda claro?
Seguro que sí. No te han hablado de gráficos complicados ni de datos imposibles de descifrar.
Te han dado algo que ya conoces y que puedes aplicar mentalmente.
Cuando usas algo familiar, reduces la fricción.
Haces que te sigan sin esfuerzo. Y si te siguen, llegan a donde tú quieres.
9. Involucra al lector: Hazlo suyo
Pregúntales. Invítales a imaginar. “¿Qué harías si pudieras duplicar tus ingresos trabajando la mitad de horas?”
¿Quién no se para un momento a pensar eso? Y, mientras lo hacen, ya tienen medio pie dentro.
Cuando involucras, pasas del “me lo están contando” al “esto es para mí”.
10. Repite: Y cuando termines, repite otra vez
No tengas miedo de sonar pesado. Si no repites tu mensaje, no se queda. Eso sí, hazlo bien.
Cambia el enfoque, usa sinónimos, mételo en una historia. Pero siempre golpea en el mismo clavo.
La repetición crea familiaridad.
Y lo familiar, vende.
No te quedes solo con leer esto.
Aplícalo.
Simplifica.
Sorprende.
Concreta.
Emociónate.
Cuenta historias.
Pero sobre todo, haz que tus ideas sean imposibles de ignorar.