¿Alguna vez has sentido que no valoran tu trabajo? ¿Que no comprenden todo lo que hay detrás de una profesión como la del copywriter? El copywriting no es un bien que se pueda producir en masa y en esta pequeña primera reflexión profesional quiero que hablemos sobre ello.
Los obligados tiempos del copywriting
Si te dedicas —o te has dedicado— de manera profesional al oficio de persuadir con palabras, seguro que te has encontrado con situaciones en las que da la sensación que la persona que te encarga una determinada tarea cree que tu dominio sobre las palabras es tan grande que estas surgen de la nada, como si se tratara de magia y que en menos de lo que tarda en parpadear puedes dar con el copy perfecto.
Sin embargo, quienes cada día nos peleamos con esta realidad somos conscientes de que ello no es así. El copywriting tiene sus tiempos y alcanzar un resultado óptimo —que nunca será perfecto— es una cuestión de transpiración y no de inspiración.
Encontrar el oficio de copywriter fue una gran suerte. Llegué a él casi por casualidad. Se trata de una realidad donde aunar mis dos pasiones —la escritura y el marketing— es una posibilidad. Sin embargo, no esperaba que en un mundo tan intenso, renovado y moderno como es el digital, tuviera que explicar cada día a una persona distinta que ni se trata de magia ni de escribir bonito. Como te decía, exige sus tiempos.
Me estoy refiriendo al tiempo de investigar en profundidad, de tener la capacidad de ordenar las ideas en tu mente y ser capaz de unirlas en el puzzle perfecto. Escribir, revisar y borrar tantas veces que se desgaste la tinta electrónica.
Escribir, el copywriting, todo aquello que tiene que ver con comprender a las personas necesita tiempo.