Cuando lancé Copymelo el 6 de mayo de 2019 era prácticamente un juego.
¿Tenía el objetivo de vivir de él? Por supuesto. Pero había una voz dentro de mí que repetía una y otra vez que aquello era improbable.
Así que simplemente jugaba. Creaba canales para captar clientes. Trabajaba con los primeros que llegaban… y poco a poco la bola crecía.
El problema es que tampoco le daba demasiada importancia. Como tenía también mi trabajo por cuenta ajena como copywriter, al final se trataba de un juego.
Cero presiones… hasta que dejé mi trabajo por cuenta ajena en marzo de 2020 y decidí que Copymelo sería mi única vía de ingresos.
Ahí todo cambió.
Aunque es cierto que durante los primeros meses me duró la euforia de la situación, cada vez llegaban más clientes. Y más, y más.
Copymelo me seguía apasionando, pero poco a poco perdió esa esencia de juego que tenía al principio.
Supongo que empecé a tener miedo: al fracaso, a no ser suficiente, a tener que volver atrás…
Miedo a tantas cosas que hubo un día que dejé de divertirme y que se convirtió tan solo en un trabajo.
Pero ¿sabes qué? Si yo quisiera solo un trabajo estaría en un puesto de toda la vida sin presiones.
Así que decidí que había llegado la hora de saber qué había cambiado en mí. Ese día busqué a un psicólogo y me cambió la vida para siempre.
Desde entonces me reconcilié conmigo mismo, con la sensación de juego y con las ganas de seguir y seguir un paso más allá cada vez.
¿Por qué te cuento todo esto?
Porque por ahí fuera hay mucha gente (o gentuza) que te vende la idea de que emprender es un camino de rosas y que ellos te ayudarán a hacer tus sueños realidad.
Son mentiras.
Emprender es un camino que merece mucho la pena. Pero es difícil. Estás muchas veces solo. Y tienes que desarrollar una confianza en ti que de verdad te ayude a seguir y a seguir cuando estés abajo.
Y puedes hacerlo. Por supuesto que puedes. Pero no es nada fácil… y exige que estés al pie del cañón.
¿Sabes por qué? Porque si no te importa a ti, no le importará a nadie más.
Pero bueno. Para mí vuelve a ser un juego. Así que no pienso dejar que me salga el cartelito de «Game Over».