¿Alguna vez te has preguntado por qué Ibai Llanos lo está petando tanto?
Quiero decir, más allá de ser un gran comunicador, tener un carisma natural y haber currado como un animal.
Sí. Más allá de ello.
La empatía.
Ese es su secreto.
No quiero que malinterpretes lo que te voy a contar porque yo soy la primera persona que ve en él a alguien admirable.
Mucho, además.
Pero es precisamente esa empatía lo que consigue que tanto yo con 27 años, como los chavales de hoy en día pueden conectar tanto con él.
Fíjate en lo siguiente.
Ibai Llanos no deja de ser el arquetipo de friki que teníamos cuando éramos solo unos chavales.
Yo el primero, de hecho.
Estaba gordito. Me pasaba el día jugando a videojuegos. Me encantaba compartir por internet todos mis descubrimientos.
Esa era mi vida —y a veces, hasta la echo de menos—.
Podía pasarme hora navegando por foros, compartiendo ideas, jugando partidas con desconocidos…
Eran buenos tiempos.
Pero ¿sabes cuál era el problema?
Que si en clase se enteraban de que dedicabas tu tiempo a ello, te podía caer la del pulpo.
Te señalaban. Te llamaban friki. Te apartaban.
Por eso yo ocultaba que jugaba a Pokémon, hacía como que habían pasado años desde la última vez que había encendido una videoconsola…
Y muchas más tonterías.
Ibai es ese friki que ha triunfado. Es esa persona en la que nos podemos sentir reflejados.
Por eso ha conseguido tanto éxito.
Quiero decir, más allá de tener un talento natural, de ser un gran comunicador y de haber trabajado más que nadie.
Porque claro.
Sin haber trabajado más que nadie, solo llegas a la esquina de tu barrio.
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