El mundo de los emprendedores tiene demasiado EGO.
Y por eso sé que lo que te voy a decir en este episodio del pódcast puede hacerte daño.
Si lo hace, es bueno, porque significa que necesitarías que alguien te hiciera lo que te voy a contar.
Y si no lo hace, estoy segura de que conoces a alguien a quien se lo haría. Mándaselo, quizás le hagamos un favor.
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¿Vamos al lío?
La estrategia de José Manuel Lara para derribar tu EGO
No es que yo no tenga ego.
Lo he tenido, como siempre.
Pero después de tantas hostias, lo pierdes.
Por eso, lo que hacía José Manuel Lara nos hubiera venido bien a todos.
Y le sigue viniendo bien a un montón de personas.
De hecho, te reto a que al acabar de escuchar este pódcast calcules a cuántas personas que conoces le vendría bien.
No te cabrán en los dedos de una mano.
Escúchame.
José Manuel Lara era el fundador de la editorial Planeta.
La editorial más grande de España —y cuyo propietario es también el dueño de ATresMedia, por ejemplo—.
Vamos, que si un libro tiene potencial, estará ahí.
Pero el problema que tienen los libros que se venden es que llegan con escritores que piensan que han cambiado el mundo.
Su libro no es El Quijote, es algo mejor.
Así que tratar con ellos se volvía un dolor de muelas para cualquiera que estuviera al mando.
Como estrellas de Hollywood, pero ganando mucho menos dinero.
Menos dinero, pero el mismo ego, vaya.
Total.
Que cuando José Manuel Lara —recuerdo, el jefazo de la editorial— iba a la oficina y se encontraba con alguno de ellos con el tono subidito, hacía algo muy sencillo.
Les cambiaba el nombre de forma voluntaria. Les decía que no recordaba sus apellidos. O, incluso, confundía sus novelas con las del otro.
Ellos se enfadaban una barbaridad, pero él no podía parar de reír.
(No delante de ellos, que eso no hubiera estado bien. Pero cuando cerraban la puerta de su despacho, a carcajadas).
Imagínatelo.
Y aunque te puedas imaginar que lo hacía solo para pasar un buen rato, en realidad había un motivo empresarial detrás.
Se había dado cuenta de que la única manera de que prestaran atención a su equipo de expertos era rebajar sus humos.
Porque si no estaban tan cegados con su propio brillo, que se negaban a mirar a nadie más.
Esto es algo que también nos pasa como emprendedores.
Cuando hay ego, vaya.
Que aunque nos digan todos que vamos por el camino que no es el adecuado, preferimos no escucharlos.
Pensamos que no tienen ni idea y que qué sabrán ellos de tu negocio.
Pero lo saben.
Porque desde fuera todo se ve mejor que desde dentro.
¿Quieres escuchar este episodio de Copymelo?
¡Bien!
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