Déjame adivinar: inviertes tiempo, esfuerzo y dinero en publicidad, pero los resultados no terminan de llegar.
¿Sabes por qué?
Porque hay cosas que haces mal. Muy mal.
No es tu culpa.
Te has fiado de consejos de gurusillos y modas pasajeras.
Pero tranquilo, hoy te traigo algo mejor. Claude Hopkins, el abuelo del marketing directo, dejó hace más de 100 años unas lecciones que, si las aplicas, pueden hacerte vender como loco.
Esto no es teoría bonita.
Esto es lo que funciona.
Hoy, ayer y dentro de 50 años.
Apunta, porque aquí va lo que cambiará tu negocio (y tu cuenta bancaria).
Y si quieres empezar a profundizar en cada una de estas áreas, recuerda que puedes apuntarte a la lista de correo y cada día recibirás más y mejor contenido.
1. Medible o nada
Si no puedes medir los resultados de lo que haces, no estás haciendo marketing, estás jugando.
Hopkins decía que los anuncios no son para ganar premios, son para generar resultados. ROI o muerte.
Y ojo: muchas empresas siguen sin medir. Tú no seas esa empresa.
Con números claros sabes qué funciona, qué no y dónde meter más caña.
¿Ese anuncio te generó 5.000 euros de beneficio?
Duplica el presupuesto.
¿Que no llegó ni al coste?
A otra cosa.
Aquí no hay lugar para el “creo que está bien”.
2. Tu cliente, tu jefe
¿Sabes qué quiere tu cliente?
¿Qué le quita el sueño?
¿Qué lo hace reír o llorar?
Si no tienes ni idea, mejor no lances nada.
Hopkins investigaba al cliente como un detective busca pruebas en una escena del crimen. Nada al azar.
Cuando sabes qué problema tiene tu cliente, puedes ofrecerle la solución exacta.
¿Resultado? Se siente comprendido.
Y la gente que se siente comprendida, compra.
3. Los títulos son medio sueldo
El titular es el gancho.
Es lo que hará que lean el resto o lo ignoren por completo.
Si el título no atrapa, da igual que el texto sea una obra maestra.
Tu cliente ni lo verá.
Un título que funciona no solo capta la atención, sino que pre-califica al lector.
Si alguien lee “¿Cansado de no tener ventas? Aquí tienes la solución”, ya sabes que el interesado es justo tu público.
¿Ves lo fácil que es? Pues hazlo.
4. Beneficios, no tecnicismos
A nadie le importa que tu producto sea “innovador” o que use “tecnología de última generación”.
A nadie. Lo que quieren saber es cómo les va a cambiar la vida.
¿Qué vende más? “Pantalla OLED” o “Negros más profundos, colores más vivos, películas como en el cine, pero en tu casa”.
Exacto.
Habla de lo que el cliente ganará, no de cómo lo haces posible.
5. Habla claro, no te pongas técnico
Hopkins decía que la claridad vende más que cualquier palabra bonita. Habla como si estuvieras explicándoselo a tu abuela.
Si ella lo entiende, tu cliente también. Y si no lo entiende, no te comprará.
No necesitas que tu cliente piense.
Necesitas que entienda, sienta y actúe. Los textos enrevesados solo espantan a los compradores.
6. Los testimonios son la varita mágica
Puedes contar lo increíble que es tu producto, pero nada convence más que un cliente real diciendo lo mismo.
Es la prueba social que necesitamos para confiar.
Un buen testimonio elimina dudas, refuerza la credibilidad y hace que la venta sea mucho más sencilla.
Usa testimonios en todo: anuncios, emails, páginas de ventas… en todo.
7. El anuncio no es el fin, es el principio
Un anuncio efectivo no solo genera interés; lleva a la acción.
Da clic, regístrate, pide más información, compra. Hopkins lo sabía: cada anuncio forma parte de un sistema. Y si el sistema está roto, todo se cae.
Cuando diseñas tus anuncios pensando en el siguiente paso (y en el siguiente, y en el siguiente), conviertes la curiosidad en ventas.
8. Repetir no es cansino, es rentable
¿Cuántas veces tienes que decir algo para que te escuchen?
Muchas.
Y Hopkins lo entendió antes que nadie. Repetir un mensaje de forma constante lo convierte en familiar, y lo familiar genera confianza.
¿Cuántas veces te han repetido “Just Do It”?
Y ahora dime si no asocias esa frase a Nike automáticamente.
Eso es lo que necesitas: ser la opción obvia en la mente de tu cliente.
9. Hechos, no promesas
Las palabras bonitas están bien, pero no venden. Lo que vende son los hechos.
Datos, estudios, ejemplos, historias reales.
¿Tienes un caso de éxito?
Cuéntalo.
¿Tienes un porcentaje de éxito? Menciónalo. No me digas lo bueno que eres. Demuéstramelo.
Los números no se discuten. Y si no se discuten, se creen. Y si se creen, convierten.
10. Cumple o muere
¿Sabes cuál es la forma más rápida de arruinar tu reputación? Prometer algo y no cumplirlo.
No importa lo bueno que sea tu marketing si lo que entregas no está a la altura.
Un cliente decepcionado no solo no vuelve, sino que puede arruinar tu marca. Sé impecable.
Entrega más de lo que prometes y tendrás clientes para toda la vida.
Si has llegado hasta aquí, enhorabuena.
Pero leer esto no te hará vender más.
Aplicarlo sí.
Así que deja de pensar y empieza a actuar. Analiza tus campañas, afila tus titulares, transforma características en beneficios y, sobre todo, mide cada resultado.
Porque, como diría Hopkins: “Lo que no se mide, no se mejora.”