Pero qué estoy diciendo, por supuesto que lo haces. Está presente en cada uno de nosotros y aparece cuando menos te lo esperas.
El síndrome del impostor es esa voz que cada día te repite que no eres lo suficiente bueno y que se esfuerza más que nadie en convencerte de que este camino no es para ti.
Está dentro de nosotros y surge de nuestra falta de confianza, de pensar que el resto es mucho mejor.
Mi síndrome del impostor
Mi síndrome del impostor también existe y lo he sentido tantas veces que si quisiera contártelas todas no saldría de aquí.
Sin embargo, hay un momento donde siempre aparecía y se trataba de un cliente particular que, por alguna razón que desconozco, me provocaba vértigos.
Y por ese motivo, cada vez que le entregaba un proyecto temblaba, cerraba los ojos y esperaba que no ocurriera nada.
Dejar de trabajar con él
Si te digo la verdad, me lo llegué a plantear.
Estaba claro que tanto malestar no merecía la pena, pero era alguien que siempre volvía a repetir, así que supongo que tan mal no le parecía a fin de cuentas.
Pero no lo hice y seguí luchando. Cada vez más, cada vez contra mi síndrome del impostor.
Hasta que llegó un momento en el que me percaté de que podía vencerle.
El síndrome del impostor no desaparece, se acalla
Esta es una batalla de fondo, de esas en las que el objetivo es sobrevivir un día más.
Al síndrome del impostor se le vence acallándole y superándote día tras día.
Jamás desaparecerá, pues las inseguridades siempre te susurran al oído, pero podrás desterrarle del día a día y ser capaz de realizar el trabajo que estás destinado a cumplir.
Hoy te quiero invitar a que reflexiones sobre tu propio síndrome del impostor y del papel que juega en tu vida.
¿Te condiciona o solo es una voz lejana?