¿Estás a punto de dar un presupuesto?
¡Espera un segundo!
Toc Toc…
Soy tu síndrome del impostor.
Solo me pasaba por aquí para recordarte que piensas que no vales ese dinero.
¡Adiós!
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Tú eres tu enemigo más grande como copywriter emprendedor
Te lo cuento con pelos y señales porque he estado ahí.
Como dice Silvia Gómez del Pulgar, nos atacamos a nosotros mismos de una manera que jamás permitiríamos a otra persona.
Si vales o no vales el dinero que vas a pedir lo decidirá la persona que tienes delante.
Lánzala. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Que te diga que no? Pues ahí puedes negociar.
Dar un presupuesto nunca deja de aterrar
Aunque te puedo decir que tiemblas menos cuando un cliente no marca la diferencia con pagar las facturas.
Yo sigo dando presupuestos casi todos los días y la verdad es que todavía siento mariposas en el estómago.
- Eso es demasiado caro, Carmelo, jamás lo aceptarán.
- ¿Otra vez estás tirando tus precios? ¡Nunca crees en ti!
Sea lo que sea, siempre me atizo. Como buen emprendedor.
Todo esto te lo cuento para que sepas que hasta después de un año seguirás aprendiendo.
Tiene parte de su encanto.
Hablas más de la cuenta, ¿lo sabías?
Hay un error muy habitual que se comete al dar un presupuesto.
Y te lo cuento así porque yo también lo he cometido.
¿Sabes cuál es?
Hablar de más.
Venga. Analiza conmigo qué pasa cuando das un presupuesto en directo.
Le hablas de X precio y automáticamente lo estás justificando.
¡Ahí fallas!
Mira.
Cuando des un presupuesto cierra la boca.
Sé que parece fácil, pero es terriblemente ocmplicado.
Deja que sea la otra persona la que decida si le va bien o no.
Porque si lo has hecho bien hasta el momento estoy convencido de que será un precio justo.
Pero ¿sabes qué pasa si hablas?
Tu interlocutor detectará que tienes mucho interés en ese contrato.
Ahí has perdido la negociación.
Te podrá apretar más.
¡Que las reticencias sean suyas!
Cuando hablas, la cagas.
Así de simple.
Mira.
Tú no sabes cuáles son las reticencias de esa persona.
Puede que creas que lees su mente, pero no es así.
Por tanto, desconoces los motivos por los que te podría decir que no.
Así que escucha.
Déjela hablar.
Ya tendrás tiempo para responder después.
Las 3 claves para pasar a la acción
- No te adelantes a los acontecimientos: responde a las reticencias tras conocerlas.
- Tu síndrome del impostor te afectará: y no pasa nada.
- Poco a poco tus éxitos te recordarán todo lo que vales.
A partir de ahora guarda silencio cada vez que tengas que dar un presupuesto y asegúrate de que las reticencias solo surgen de tus clientes.