Siempre he sido ese chico tiquismiquis que corregía al resto a la hora de escribir.
- Esa palabra se escribe con b.
- Después de dos puntos va minúscula.
- El símbolo del porcentaje se escribe separado.
Pero nunca he estado tan comprometido como con las comas.
Siempre me han parecido una de las herramientas más importantes de nuestro idioma y que muchas personas no utilizan correctamente.
Por ello te quiero ilustrar esta situación con un ejemplo que encontré en el mes de julio en Twitter.
Por cierto, haz la vista gorda —sé que cuesta— con todas las tildes que faltan y céntrate solo en la coma final.
Si hubiera estado ahí, habría insultado a esos apoderados de Vox —que, por cierto, como cualquier persona de cualquier partido político merecen todo el respeto—.
Pero como no la colocó y era más importante quedar bien para hacerse el chulo en un tweet, pues se insultó a sí mismo.
Quiero aprovechar este ejemplo para explicarte cómo funciona la coma del vocativo.
¿Qué es un vocativo?
La Real Academia Española (RAE) define al vocativo como el sustantivo o grupo nominal que sirve para llamar la atención del oyente o para dirigirse a él.
Aunque la RAE se empeñe en definir las palabras técnicas con otras técnicas, al final se trata de ese nombre o apelativo que utilizas para dirigirte a una persona:
- Juan, ve a por el pan.
- Tú, hazme caso.
- María, no me creo que te haya embarazado una paloma.
- Niños, la cena esta lista.
¿Y por qué es tan importante aprender a identificarlos?
Porque son palabras que siempre se escriben entre comas.
¿Por qué es tan importante la coma del vocativo?
Una coma cambia por completo el significado de una frase.
Fíjate en estas dos:
Juan baja a por el pan.
Juan, baja a por el pan.
Con el primer ejemplo te estoy diciendo que Juan ha bajado a por el pan. Así que lo más probable es que en unos minutos venga con una o dos barras.
Sin embargo, en la segunda frase le estoy pidiendo a Juan que baje a por el pan. Pero como no sé si lo hará o no, todavía desconozco si mojaré el currusco en la salsa de tomate de los espaguetis.
Con el ejemplo del chico de arriba pasa lo mismo.
Fíjate en mi mascarilla subnormal.
Fíjate en mi mascarilla, subnormal.
Con la primera frase estás diciendo que tu mascarilla es subnormal. Lo cual, dicho de paso, no tiene ningún sentido.
Por su parte, en el segundo ejemplo estás llamando subnormal a la persona que te mire.
Una cosa, insultar a alguien llamándolo subnormal está muy feo. No lo hagas nunca. Y menos por algo tan tonto como opiniones políticas.
Todos somos personas.
Menos la mascarilla subnormal. Que supongo que tendrá una calidad de materiales inferior a las mascarillas de la farmacia.
¿Eres copywriter? Aprende a puntuar
Comas, puntos, puntos y coma…
Las palabras y los signos de puntuación son tu arma como copywriter.
Eres como un solado de los tercios. Tenías que aprender a utilizar la espada si no querías acabar derrotado.
Aquí sucede lo mismo. Un error tan tonto como una coma puede cambiar para siempre el mensaje.
Mira a ese chico. Intentó insultar a su apoderado de Vox y acabó con todo internet riéndose de él.