Érase una vez un joven que pensaba que ser autónomo consistía en trabajar con calma desde casa.
Que había soñado que todos los clientes serían de fiar, que mientras cumpliera con los plazos, nadie le molestaría.
Y que un día un dragón llamado realidad se asomó a su ventana y le arrancó la cabeza.
Es una buena historia, ¿verdad?
Sobre todo si buscas una basada en hechos reales.
¿Eres emprendedor? También eres un producto
A finales del próximo mes de septiembre cumpliré un año como emprendedor y si te digo la verdad, se me ha pasado volando.
Supongo que la pandemia ha tenido mucho que ver, pero me cuesta ser consciente de todo lo que ha cambiado mi vida en poco más de un año.
Por ejemplo, todo lo que alguna vez pensé que sería tener un negocio propio ha cambiado.
Lo bueno se ha hecho muy bueno, pero lo malo también se ha hecho muy malo.
Por suerte, el lado bueno de la fuerza continúa ganándole la batalla al lado oscuro, aunque a veces te tiente su poder.
Desde que me di de alta como autónomo en Hacienda, la necesidad de venderme ante clientes potenciales ha estado ahí.
A veces ha sido a través de una llamada de Zoom, en muchas ocasiones ha sido vía telefónica e incluso he llegado a conocer a algunos clientes en persona.
Sin embargo, lejos de relajarme, en cada una de estas conversaciones he tenido una gran presión de demostrar que soy un gran profesional.
Por ello semanas después de jornadas con muchas reuniones acabo reventado por completo.
Y si te soy sincero, todavía me pongo muy nervioso en algunas conversaciones.
Los nervios están ahí: cómo identificarlos
Sí. Los nervios siempre están ahí. Pero hay casos en los que son mucho más elevados.
Lo normal es que tenga un cosquilleo en el estómago que me recuerda que tengo que estar alerta porque lo que tengo por delante es muy importante.
Pero al mismo tiempo hay conversaciones donde necesito esconder las manos de la pantalla porque tiemblo como un saco de patatas.
Bueno, ¿los sacos de patatas tiemblan en realidad?
Si te soy sincero, no tengo ni la más remota idea.
Me sucede sobre todo cuando el cliente que tengo es un gran experto en su terreno.
Si te digo la verdad, me es más indiferente cuánto facture o con quién trabaje. Lo que me asusta es decir alguna tontería, perderlo y que, encima, se reía de mí.
Cuando hablo con ellos me atenaza una especie de síndrome del impostor con el que me es muy difícil lidiar.
Siento que jamás seré tan bueno con lo mío como ellos en lo suyo y eso me hace sentirme muy torpe en las reuniones.
Pero sigo hacia delante.
Hay reuniones en las que he llegado a temblar
De hecho, temblar es lo mejor que me puede pasar.
Me basta con esconder las manos y que no se me vean.
El problema es que pronto me descubro tartamudeando, dudando muchísimo o diciendo tonterías porque tengo mucha prisa por impresionar.
Siempre que acabo la llamada pienso que he sido la persona más torpe del mundo, pero la realidad es que después estas personas siempre han querido contratarme.
Aun así, no consigo creerme que yo también tenga mucho que aportar.
¿Qué me ha ayudado a la hora de mejorar en estas situaciones?
Crear contenido y exponerme en YouTube y en el mundo del podcasting.
Mira, yo era de esas personas que temblaba en la universidad cuando le tocaba hablar en público.
Lo pasaba fatal.
Y así fue hasta que comencé a crear contenido en internet.
Es cierto que los nervios permanecieron allí, pero también es verdad que de alguna manera me sentía mucho más seguro a la hora de comunicar.
La profesión comenzaba a ir por dentro y de puertas para fuera se veía que me lo pasaba bien.
De hecho, llegué a pasármelo en grande con ese tipo de exposiciones.
Trabaja tus debilidades para vencerlas
Si algo me ha enseñado todo este camino como emprendedor es que es muy importante identificar tus fortalezas y debilidades.
Si potencias tus fortalezas podrás llegar mucho más allá. Ellas son las que marcarán la diferencia a corto, medio y largo plazo y las que harán de ti un emprendedor poderoso.
Por otro lado, si trabajas tus debilidades para conseguir que cada día sean un poco menos graves, asentarás una base estable que te ayduará a mantenerte en el tiempo.
Las 5 claves que necesitas para pasar a la acción
- Como emprendedor, tú eres el primer producto que tienes que vender.
- Debes trabajar cada día en tu marca personal para conseguir resultados.
- Los nervios son normales. Asúmelos y trabaja con ellos.
- Practica lo de hablar en público para poder lograrlo aunque estés asustado.
- Identifica tus fortalezas y tus debilidades para convertirte en un gran emprendedor.
Como emprendedor te va a tocar venderte hasta que te compren tus clientes, así que es hora de que empieces a creer en ti.
Tú has de ser la primera persona que siempre apueste por ti.