Estoy convencido de que en alguna ocasión te habrá ocurrido.
Estás sentado delante del ordenador y estás concentrado trabajando en algo. Sin embargo, de pronto se te cruza una idea que parece muy importante por la mente y pierdes el foco.
En ese momento tienes pocas opciones.
- Podrías dejarla escapar. Pero, claro, el hecho de que sea una gran idea hace que quieras tenerla por ahí apuntada.
- También podrías buscar en internet más sobre aquello que se te acaba de ocurrir. El problema es que eres consciente de que ello te llevará a ver fotos absurdas en redes sociales y a perder el tiempo.
Total, que cuando quieres darte cuenta te percatas de que has invertido mucho rato y sin resultados.
Mi cuaderno de las ideas locas que pueden tener sentido
Hace mucho tiempo leí que un cerebro es un productor de ideas, pero que no puede ser un disco duro para ellas.
Esto es, que está preparado para generarlas, pero que es muy malo manteniéndolas dentro. Por eso siempre se te olvidan los detalles o se te van por completo.
Por eso desde hace un tiempo tengo siempre un cuaderno encima de mi escritorio.
Es un cuaderno normal. De hecho, al principio lo odiaba por sus líneas. Yo lo hubiera preferido plano.
Pero es mi cuaderno, al fin y al cabo.
Lo utilizo para apuntar cualquier idea de bombero que se me ocurra y que parezca interesante.
De hecho, en sus páginas siempre desarrollo todo lo que tenga en mente en ese momento. Es una manera de vaciarla, relajarla y poder seguir hacia delante.
¿Qué es lo que hago con estas ideas?
El objetivo del cuaderno es que pueda sacar todas estas ideas de mi cabeza.
Por este motivo, lo primero que hago es apuntarlas.
Es la manera de decirle a mi cabeza que no se preocupe, que ya está a buen recaudo.
Además, siempre trato de ir un poco más allá para que cuando pueda volver a ellas entienda bien lo que tenía en la mente en ese momento.
Seguro que te ha pasado que has tomado nota de algo en algún momento de tu vida y al tratar de recuperarlo te has percatado de que no tenías ni idea de por qué lo apuntaste.
Si además de la idea añades un par de líneas, estaría mucho mejor.
¿Cuál es mi objetivo con este cuaderno?
Tengo la sensación de que al apuntar esas ideas les estoy dedicando la atención que merecen.
De alguna manera, me aseguro de tenerlas ahí si algún día vuelvo a por ellas y también de elegir un camino en el que no me sienta tan distraído como cualquier otro.
No es un método perfecto.
Pero es un método.