¿Recuerdas aquella escena de El lobo de Wall Street en la que Leonardo Di Caprio le pide a sus compañeros que le intenten vender un bolígrafo?
Si no la has visto en esta película, seguro que te la has encontrado en otra en la que la parte de la venta va pasada de revoluciones.
Durante los escasos segundos que dura, cada uno de los presentes trata de inventarse una razón para que alguien cercano lo compre.
Y por ese motivo, todos fallan.
Bueno, en la película no fallan porque hablan de vender sin tener ni idea de venta, pero en la vida real hubieran fallado.
¿Sabes cuál es el motivo?
El mundo del marketing no va de inventar necesidades, sino de identificar las que ya tienen las personas a fin de ofrecerles aquello que necesitan para salir de esa situación.
Y el día en el que decides convertirte en copywriter es ese en el que entiendes que todo esto de la venta te gusta tanto que hasta te planteas hacerla bien y de manera ética, pero a través de las palabras.
Pero como ninguno de nosotros soñaba de niño con vender de las palabras, te cuento cómo he llegado hasta aquí.
Esta es mi historia, pero algo me dice que también es la tuya.
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Papá, quiero estudiar algo relacionado con la comunicación
De todo esto de la venta yo no tenía ni idea cuando tenía 18 años y pensaba en qué estudiar en la universidad.
Solo sabía que me gustaba comunicar, que tenía un blog que quería llenar de visitas y que, bueno, que siempre me había gustado ser la oveja negra.
Por ello cuando tocó elegir carrera, me planté delante de mi padre que se había tirado toda la vida trabajando en un banco y le propuse el plan.
—Papá, creo que voy a estudiar periodismo.
Puede que hoy en día esté de moda lo de que hay que apoyar a los hijos sea cual sea su elección, pero por aquel entonces no se estilaba tanto.
Año 2012.
Estábamos en una de esas crisis económicas que habían hecho tambalearse al mundo.
Lo de hacer los sueños realidad estaba lejos de ser algo que alguien con una mente tan de negocio como mi padre pudiera entender.
Así que bueno, llegó ese gran discurso que todos hemos escuchado alguna vez.
- Los periodistas se mueren de hambre.
- No hay trabajo de esa profesión.
- Tienes un sobresaliente de media y necesitas estudiar una carrera de verdad.
(Por cierto, lo del sobresaliente es verdad, pero solo lo he puesto por tirarme un poco de flores, que a veces es importante).
Total.
Que si esto fuera una serie de televisión yo te contaría que me revelé y que les expliqué lo importante que es pelear por los sueños.
Pero sencillamente no fue así.
Después de discutir un par de días acabé matriculándome en el Doble Grado de Derecho y Administración y Dirección de Empresas.
Y te puedo asegurar que esa fue la decisión más importante de toda mi vida.
Equivocarme de carrera me hizo encontrar mi vocación: ahora vivo de escribir
No.
En el Derecho no encontré mi pasión.
Fue todo lo contrario.
Desde el primer día me di cuenta de que yo jamás sentiría esa pasión que mis compañeros de clase tenían por las asignaturas.
Yo me estaba durmiendo en cada sesión.
Así que trataba de estudiar lo más rápido posible para volver a casa y dedicarme a mi pasión.
Escribir en el blog.
Durante varios años estuve dedicando todas mis energías a ese proyecto y fue entonces cuando surgió una oportunidad.
Una agencia de publicidad me ofreció la oportunidad de trabajar como copywriter para sus clientes.
Y como te puedes imaginar, yo no tenía ni idea de lo que era eso del copywriting. De hecho, me sonó a copyright —y eso no mola—.
Pero cuando investigué me di cuenta de algo.
¿Existe una manera de ganarse la vida escribiendo de verdad?
¿Hay más posibilidades en este mundo que escribir para un periódico o tratar de ganarte la vida con novelas?
Y sí.
Sí que la había.
Y en ese momento lo entendí.
Al igual que siempre contaba a mis amigos que las palabras de la historia que estaba leyendo tenían un poder inmenso, también sucedía lo mismo cuando hablábamos de venta.
El gran problema que tenían la mayoría de los profesionales y empresas es que no sabían cómo transmitir una propuesta de valor.
Y ahí es donde entraba la figura dle copy.
Como un experto en comunicación que invertía la mayor parte de suso horas en el teclado.
O lo que es lo mismo.
Un especialista que ganaba dinero escribiendo gracias a hacer que otros lo ganaran.
El problema es que por aquel entonces no tenía ni la más remota idea de cómo pasar de escribir relatos a vender.
Y durante varios meses estuve pegándome golpes contra la pared tratando de conseguir resultados sin éxito.
Así que si te digo la verdad, siempre he pensado que ojalá por aquel entonces hubiera tenido una formación que me permitiera aprender todo de una manera muy rápida y eficaz.
¡Anda!
¿Y si justo ahora hemos lanzado en Cálamo&Cran una propuesta que está dirigida a todas esas personas que quieren vivir de su pasión por la escritura?
¿Un programa que funcione como atajo ante todos y cada uno de los problemas que tantos y tantos profesionales encuentran?
¿No sería una casualidad?
Bueno.
Es que a veces las casualidades existen…