¿Alguna vez has tenido miedo a que no convenciera tu trabajo? ¿A no ser suficiente para ese cliente que ha puesto toda su confianza (y dinero) en tu oficio? Creo que es un pavor que atesoramos todos. Somos humanos, después de todo y fallar es algo que nos acongoja. Sin embargo, hoy he decidido escribirte estas líneas para decirte que te olvides de este temor. Llegará el día en el que erres y no tienes opción de evitarlo.
Equivócate, fracasa y sigue tu camino
Como te puedes imaginar, hace relativamente poco yo he pasado por una de estas experiencias. Desde que comencé a trabajar con clientes propios en Copymelo, la experiencia había sido siempre muy positiva.
Cada vez estaba más a gusto con los nuevos retos porque sentía que estaba desempeñando mi trabajo al mejor nivel. Y cuando todo brillaba, llegó la oscuridad, se apagaron las luces y el golpe fue mucho más doloroso.
Sí. Un cliente me dijo que no le gustaba lo que le había entregado porque no le convencía el concepto. En ese momento sentí que maduré diez años de golpe, que la inocencia de un proyecto propio se evaporaba y que empezaba a codearme en la corte del que lucha cada día por lograr sus objetivos.
¿Cómo debes reaccionar ante una situación así?
Deberías llorar, patalear y correr despavorido por la puerta y no mirar atrás. Aunque también puedes no hacerme caso, respirar un instante para que se te aclaren las ideas y acercarte a hablar con ese cliente para que te explique sus motivos y tú puedas comprenderlos.
Cuando te hablo de escuchar no me refiero a rebatir. Quiero dejarte esto claro antes de continuar. Lo importante de hablar con tu cliente es aprender. Puede que la lección sea cómo trabajar con él o que te sirva para muchos más, pero es importante mantener siempre la idea de que no estamos siempre acertados, de que habrá días en los que fallemos y que la humildad de callar mientras nos explican nos hará mejores de cara a futuro.
Una vez haya terminado y hayas escuchado hasta la última palabra que deba decirte, será tu turno. Tú también puedes explicarle el concepto y por qué lo has elegido. No tratando de convencerle, sino para que entienda por qué has jugado esa carta que para él no ha sido la acertada.
Después de esa conversación solo te queda estrechar su mano y volver al trabajo. Tenemos un encargo que mejorar.
¿Se puede trabajar después de un palo así de grande?
Mi única respuesta para ti en este caso es que sí. Que deberías ser lo suficiente fuerte para enfrentarte a esta tipo de situaciones y recuperar el trabajo con una ilusión renovada. La propia de probar nuevas ideas que, quizás, hasta ese momento no habías querido sacar a relucir.
Sé que no es fácil, pero no hay nada peor que trabajar sin ganas y odiando lo que haces. Y ya no lo digo solo porque así jamás conseguirás mejorar tu trabajo, sino porque estarás llenando esas horas de ponzoña que solo te hieren a ti, que te roban el tiempo y contaminan tus resultados.
El juego del emprendimiento y del trabajo conlleva esta idea aparejada. El fracaso es parte de la partida y, como si de un videojuego se tratara, una vez fallas necesitas volver a jugar con una estrategia diferente.
Y si tú nunca te rendiste hasta que Mario rescató a Peach, ¿vas a dejar que un cliente descontento te arruine tu partida? No en mi guardia.