A lo largo de las líneas de esta sección de reflexiones que apareció a principios del mes de septiembre he tenido la oportunidad de charlar sobre las más diversas realidades que, en mi mente, encuentran una relación directa con el ámbito profesional: productividad, desarrollo personal, motivación, trabajo, disciplina… y a pesar de todo ello hay una, que es la que más me apasiona, que no ha encontrado aún su lugar: aprender.
Aprender debería apasionarte
Desde que tengo memoria he sentido la necesidad de aprender sobre todo lo que me rodeaba. Para empezar, creo que a mis padres los freí a preguntas durante mi infancia. Cada vez que descubría una realidad necesitaba conocerlo todo sobre ello. Justo ahí, sin esperar.
Conforme crecí y me trajeron la conexión a Internet a casa, un mundo nuevo se abrió para mí. Te puedes imaginar, vaya. Las respuesta a un clic. Y aunque por aquel entonces la web no era la fuente de conocimientos y sabiduría que es ahora (tampoco de tonterías, todo hay que decirlo) satisfacía sin problemas mis necesidades.
De ahí en adelante mi vida se fue conformando sobre este eje. De hecho, aprender ha sido siempre mi pasatiempo favorito y, aunque esto de manera irremediable me convirtió en un joven repelente, la verdad es que nunca quise ponerme una máscara ante lo que era, me divertía y me llenaba.
Nunca tuve pasatiempos caros. La lectura era una gran pasión y la mayor parte del dinero que le pedía a mis padres era para cursos, formaciones y demás cuestiones semejantes. De hecho, en plena adolescencia ni siquiera me gustaba viajar y cada vez que mis amigos querían largarse lejos, yo prefería ahorrarme ese dinero para cuestiones que fueran más importantes. Por suerte, y con el paso del tiempo, he descubierto que viajar es también una fuente de oportunidades para mejorar, amasar experiencias y, en definitiva, evolucionar.
El tiempo continúa transcurriendo y en mi mente la prioridad de aprender continúa. Cuando hablo de formarme no me refiero en exclusiva al copywriting (o al marketing), que son cuestiones que nunca desdeño y de la que aprendo casi a diario, sino a cualquier otra realidad paralela por la que mi mente sienta curiosidad. Creo que la próxima gran aventura será un Grado en Filosofía, pero todavía queda tiempo para pensarlo.
Formarse no es caro
Es cierto que te acabo de hablar de la Universidad, pero no es la única vía para acceder al conocimiento. De hecho, en función del tema que te interese puede ser hasta la menos proclive a ser eficiente para ti.
Como te decía al principio, Internet supuso una revolución para mí y hoy en día ha mejorado tanto que el conocimiento es casi siempre gratuito, está al alcance de una búsqueda y los primeros compases de una curiosidad nacida se pueden satisfacer antes de decidir si invertir en ti de cara al futuro.
Más allá de ello, los podcasts son una de mis fuentes de conocimiento favoritas. Escucho al menos uno todos los días y creo que aprender de ellos es lo que más me divierte del mundo. De hecho, cuando comencé mi aventura como audiencia de este formato me debatía entre episodios dedicados al ocio: videojuegos, cine, literatura… hoy escucho desarrollo profesional, filosofía, historia, marketing… todo orientado hacia diferentes realidades que se han convertido en trabajo y pasión al mismo tiempo. Una razón por la que me siento muy afortunado.
Aprende a ser crítico
A pesar de todo este discurso, creo que el principal aprendizaje que he tenido no ha nacido de cuestiones concretas, sino que ha derivado de unir todos los pensamientos hasta que convergieran en una actitud crítica ante la vida.
Si pudiera desearla una capacidad a una persona que quisiera, sin duda sería esta. Vivimos en un mundo donde las fuentes de información son constantes, donde todo el mundo trata de engañarte y disentir, decir que no es verdad, ser consciente de que tratan de tomarte el pelo y de cómo lo hacen, resulta necesario.
La cultura siempre ha sido la capacidad para enfrenetarse a los engaños y a las pruebas de la vida. Por ello te pido que aprendas, que te formes, que vayas más allá y te digas cada día al despertar que vas a acostarte siendo mejor.
Para ello lee, escucha, piensa, reflexiona, no des nada por supuesto y verifica hasta la última gota de información. Solo cuando lo tengas todo pdorás decidir si estás de acuerdo, disientes o no quieres opinar, que es otra muestra de sabiduría.