Cuando imparto formaciones como copywriting existe un elemento común que se repite de manera habitual: todo el mundo está esperando la pesadilla de las fórmulas.
Y ojo, esto no te lo cuento porque no crea que sean útiles —en tus primeros pasos me parecen fundamentales para entender la escritura persuasiva—, sino porque limitan mucho la manera de pensar.
Sobre todo cuando se venden como la panacea de la escritura persuasiva y dan la sensación de que son la única alternativa que existen.
Que pasa, pasa mucho.
Por eso en este pequeño post quiero compartir contigo una pequeña reflexión y luego tú me dices en los comentarios si la compartes o me quieres mandar a paseo.
Ya sabes que tu opinión siempre será bien recibida.
Fórmulas de copywriting: ¿por qué son un problema tan grande?
¿Abrimos la caja de los truenos?
Si sigues por aquí es porque te apetece un poco de salseo persuasivo, así que quiero darte un par de razones por las que creo que las fórmulas no sirven.
La primera es que en un oficio tan creativo y particular como es este, no existen las recetas mágicas.
Y cuando se enseñan las fórmulas a veces da la sensación de que es lo que son: herramientas que sí o sí funcionan.
La consecuencia es que acabas por encontrarte proyectos similares entre sí porque han aplicado las mismas estructuras.
Y como se dice ahora en los mundos del streaming, eso es «F en el Chat».
El segundo motivo es porque como piensas que tienes ya la respuesta, te olvidas de pensar fuera de la caja.
Y eso es un problema.
Porque lo que deberías de hacer cuando te enfrentas a cualquier reto es intentar hacer algo diferente.
¿Cómo ves tú las fórmulas de copywriting?
Ahora me gustaría escucharte a ti y conocer tu opinión.
¿Valoras las fórmulas? ¿Crees que les prestamos demasiada atención? ¿Qué me puedes decir sobre ellas?