La primera vez que escribí por gusto lo hice porque quería huir del mundo que me rodeaba.
Siempre he pensado que mi adolescencia fue complicada, aunque cuanto más mundo veo me doy cuenta de que seguía siendo un privilegiado.
Sin embargo, con 16 y 17 años era complicado pensar así y pensaba que era la persona más desgraciada del mundo.
Dramas de la edad, supongo.
Lo positivo es que 10 años después soy capaz de verlo con perspectiva.
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Por qué me puse delante del ordenador por primera vez
El matrimonio de mis padres se desmoronó.
Como la mayoría de los de mis compañeros de generación.
Quizá gastaron el amor de tanto usarlo o que simplemente el nuevo mundo repleto de posibilidades que se abría delante de ellos era suficiente para querer explotarlo.
Yo jamás le reprocharé a mi padre encontrar el amor fuera, sino la manera en la que empezó a tratarnos cuando decidió que quería abandonar su vida.
Siempre defenderé el derecho a volver a empezar, con independencia de tus circunstancias, pero jamás a dejar cadáveres (metafóricos) por el camino.
Él se había cansado de mi madre, de su vida y se había enamorado. Pero, como buen villano de esta historia, era la persona más cobarde de mi casa.
Y eso le llevó a tomar las peores decisiones posibles.
Aquellas que dejan heridas invisibles en la piel, pero que nunca sanan del todo.
En lugar de asir al toro por los cuernos y contarle a verdad, prefirió empezar a desgastar a mi madre.
Gritos, insultos, humillaciones… Una lista de acontecimientos que hubieran dado para una serie de televisión que hubiera perdido los papeles.
Él estaba tan desquiciado que, poco a poco, fue aumentando su rango de ataques. Y por ello mi hermana y yo también caímos en sus fauces.
Supongo que gracias a él me convertí en una persona que, apesar de sentir miedo, siempre va hacia delante. Con la buena o mala decisión de enfrentarme a él y todas las consecuencias que ello conllevó.
La más importante, buena.
Porque después de que me gritara, me insultara y yo tratara de mantenerme erguido sin llorar, me encerraba en mi habitación, daba rienda suelta a mis lágrimas y escribía todo lo que pensaba.
En mis palabras era libre.
Y nunca hubiera imaginado que de ellas viviría diez años después.
Porque si en ese momento no hubiera estado roto por dentro, jamás me hubiera arreglado el futuro por fuera.
Siempre he escrito sobre mis emociones
De todo lo que te he contado hasta ahora, lo más relevante en mi camino hasta convertirme en copywriter profesional es que siempre escribía sobre mis emociones.
Mientras que muchas personas de mi alrededor decidieron escribir porque querían contar historias y ganarse la vida como novelistas, en mi caso era solo terapia.
Poner en papel textos sobre mis emociones me permitía conocerme mejor y me ayudaba a lidiar con el pesar que soportaba mi espalda.
A medida que los episodios de violencia verbal en mi casa se sucedían, yo fui aumentando el ritmo de escritura.
Cuando quise darme cuenta, escribía cada día, hubiera pasado o no un acontecimiento digno de transformar en palabras.
Me estaba apasionando por escribir.
Cada persona vive su pasión por escribir de manera diferente
Si un niño te cuenta que quiere ser escritor, se está refiriendo a narrar historias.
En este país existen muchísimas personas a las que les encantaría vivir de escribir, pero que desconocen que hay más oportunidades fuera de la simple ficción.
Y aunque ser un novelista es una oportunidad que es plausible y que hay muchas personas que lo han conseguido, ni es el único camino, ni el más fácil.
Ni el que solo existe si te apasiona escribir, pero quieres ir más allá de la ficción, como era mi caso.
Como cada vez estaba escribiendo más, empecé a plantearme durante mi último año de instituto la posibilidad de vivir de escribir.
Sin embargo, en el instituto solo me dijeron que las salidas de periodismo eran prácticamente inexistentes y que convertirme en un escritor de ficción era misión imposible.
Junto a la situación en mi casa y a que mi padre me gritara hasta convencerme de que estudiara una carrera de verdad, acabé matriculándome en Derecho y Administración y Dirección de Empresas.
Y ese fue el error más acertado que he cometido en toda mi vida.
Porque como muy pronto descubrí que no era para mí, empecé a formarme de manera paralela en marketing.
Tiempo después descubrí que existía una especialización basada en la escritura y me comprometí conmigo mismo a convertirme en copywriter antes de acabar la carrera.
Dos años después ya estaba trabajando en una agencia de comunicación.
5 lecciones que he aprendido de la vida gracias a escribir
- Mi mayor desahogo siempre será delante de un papel en blanco. Cuando solo existimos el folio y yo tengo una sensación de paz verdadera.
- Aunque te hayan repetido hasta la saciedad que vivir de escribir es una utopía, se equivocan. Muchos otros copywriters y yo somos el ejemplo de ello.
- Escribir es sosiego. Cuando tengo que tomar una decisión complicada o hablar con alguien sobre un tema difícil, primero siempre escribo todas mis ideas. Me permite verlas con mucha más perspectiva.
- Me ha llevado a ser quien quiero ser. Esas charlas mudas conmigo mismo han tenido un mayor impacto en mí que cualquier otro estímulo. Al ser humano le cuesta mucho escucharse y por ello hay que buscar la vía donde es más sencillo.
- Hay vida más allá de escribir libros de ficción. Sé que jamás te lo han dicho, pero es así. Periodistas, copywriters, storytellers… ¡el mundo necesita palabras!
¿Y tú por qué escribes?
Me encantaría saber por qué empezaste tú a escribir y por qué lo sigues haciendo a día de hoy.
¿Qué te ha llevado a poner la escritura como la pieza fundamental de tu vida?
¡Cuéntamelo en los comentarios!