¿Quieres que te confiese un secreto? A veces me resulta extraño escribir para ti en estas reflexiones cuando soy consciente de que el verdadero receptor de muchas de ellas soy yo.
Esta en particular me tiene a mí como destinatario sin lugar a dudas, aunque, como cuaderno de bitácoras de mis pensamientos profesionales en el que se ha convertido esta sección, quiero compartirlo contigo.
Mírate al espejo, encuentra tus fallos y lucha por mejorar
¿Alguna vez te has despertado de la maraña de pensamientos que tu mente ha fabricado y has sido capaz de contemplar la realidad?
Solemos pensar que somos muy buenos en una determinada tarea y, de pronto, la máscara se cae y por fin tenemos la posibilidad de atisbar la realidad tal y como es: en realidad tenemos mucho camino por recorrer.
En un primer momento esta revelación puede ser dolorosa. Supone un choque directo con un ego que necesitas domar para permitirte avanzar. Pero sangras, te puedes llegar incluso a frustrar y necesitas un período de duelo contigo mismo para reencontrarte en la maraña de reflexiones.
Sin embargo, si eres lo suficiente maduro como para que tu testarudez no te impide ver el bosque tras los árboles, este será el momento en el que coloques la base de tu propio desarrollo personal.
Porque el momento en el que decides pensar que eres muy bueno es ese en el que decides dejar de avanzar.
Una charla con el espejo sin filtros
Quizá te estés preguntando de dónde sale esta ristra de párrafos. Normalmente sabes que opto por dejarte el pensamiento, pero que no acostumbro a entrar en faena. Hoy sí que quiero hacerlo. Creo que lo necesito.
Desde que comencé este proyecto me he sentido incómodo delante del micrófono, con independencia de que grabara para el podcast o para el canal de YouTube.
Yo era consciente de ello, lo que pasa es que prefería evitar la sensación de enfrentarme a mi propia situación y huía hacia delante mientras preparaba más y más contenido.
Sin embargo, ayer, después de una sesión maratoniana de trabajo, me permití el premio de dudar y fue entonces cuando me atreví a pensar en qué me sucedía.
Había una diferencia enorme entre el Carmelo Beltrán que grababa sobre literatura y el que lo hace sobre copywriting: ahora me acompaña el síndrome del impostor y eso me obliga a estar más pendiente de lo que digo, que de disfrutar contando una realidad que me apasiona y que me da de comer.
Cuando di el salto a YouTube y al podcasting en el proyecto anterior no experimenté esta sensación porque llevaba años enfrentándome ya a la literatura a nivel de simple blogger.
No obstante, el salto ahora hacia el copywriting ha sido sin red, a todo o nada, sin ninguna trayectoria pública detrás. De alguna manera, esto ha acabado reflejándose en la forma en la que me enfrentó al micrófono.
Un reto personal
Por ello concluí la conversación planteándome un reto Mis próximos programas no los haré pensando en ser lo más técnico posible y ser tan preciso como un francotirador, sino que me centraré en divertirme, disfrutar y compartir todo lo que sé sobre un tema que me encanta.
No me puedo prometer resultados. No sé qué pasará a partir de ahora. Pero percatarse de un hecho y comprometerse con él es el primer paso para cambiarlo. Solo cuando aceptamos el error podemos mejorar.
Tú disfrutarás de esta reflexión mucho más tarde a que yo la haya pensado. No puedo prever cómo estaré por entonces, pero lo que sí espero es que si has llegado hasta aquí te ayude a mejorar en aquello en lo que sientas que puedes dar más.