Hace un par de meses compartí contigo un post hablando sobre aliteraciones que te encantó.
A fin de cuentas, los recursos literarios son una de las armas más interesantes que tienes como copywriter para conseguir que te recuerden.
Así que he pensado que en este artículo podemos hablar de qué son las onomatopeyas y de cómo te ayudarán en esta tarea.
Te van a gustar. Créeme.
¿Qué son las onomatopeyas?
Se trata de una palabra formada por la imitación de un sonido, ruido o, incluso, un fenómeno visual.
Como en el caso de las aliteraciones, se trata de un recurso fónico. Quiere designar un elemento por cómo suena.
Algunos ejemplos son:
- Bla, bla, bla… a la hora de mantener una conversación.
- Crash al producirse un golpe.
- Bip si se refiere a un pitido.
- Toc, toc…
- Muac y los besos.
¿Cómo puedes usarlas como copywriter?
En las sesiones sobre La escritura mágica de Carlos Salas te hice mucho hincapié en la idea de pictogramas e ideogramas.
Mientras que los primeros son elementos concretos que ya tenemos en la mente por nuestra experiencia por el mundo, los segundos son concepciones abstractas.
En esa clase te expliqué que los pictogramas son mucho más fáciles de comprender para el ser humano porque derivan de su propia experiencia en el día a día.
Las onomatopeyas forman parte de este grupo y por ello son muy potentes para lanzar un mensaje muy certero.
O puedes usarlas en el naming
Una de las empresas más conocidas de la actualidad está formada por una onomatopeya en su nombre: Bla Bla Car.
De esta manera tiene la capacidad de explicarle a cualquier persona del mundo su concepto sin tener que entrar en detalles.
Si a eso le sumas que, además, las onomatopeyas son fáciles de pronunciar en cualquier lengua, tienes un Win-Win.
¿Cuál es la conclusión sobre las onomatopeyas?
Te animo a que siempre busques la manera más fácil para que el usuario pueda comprender toda la información.
Las onomatopeyas te permitirán dar un paso hacia delante con tu copy y lanzar un mensaje muy certero que todos puedan comprender.
Merece la pena intentarlo, ¿no crees?