El comedido mundo en el que nos ha tocado vivir, donde la moralidad marca un fino límite entre la ironía graciosa y pisar en charcos ajenos, siempre me recuerda las palabras de George Lois que afirmaban que la única manera de ser de verdad creativo es provocar. Por eso hoy te quiero pedir que te atravas a salirte del tiesto como norma, que camines en camisas de once varas como regla.
Ser cauto solo dirige hacia el olvido
Hoy he leído con una sonrisa en los labios que un grupo de personas, que han compartido una amistad durante más de cuarenta años, han decidido que vivirán su jubilación de una manera especial, que no se dejarán guiar por lo que otros digan, hagan o señalen.
Se mudarán juntos, pues saben que la amistad es la familia que se elige y que al final del camino es tan importante —o más— que quienes nos impusieron desde el principio. Sin embargo, no lo harán como se nos habría ocurrido a ti o a mí, sino que incluso en este escenario han decidido ir un paso más allá que cualquiera.
Entre ellos han comprado un pequeño pueblo de Galicia, cuyo último habitante abandonó el lugar hace ya más de cincuenta años. Y ellos se han propuesto devolverle la vida.
Comenzarán escogiendo un lugar diferente para cada uno, pues la intimidad y la tranquilidad es algo que se han ganado con el sudor de su frente, pero su proyecto llega mucho más lejos. Han manifestado la idea de abrir una cafetería y una biblioteca, pues son conscientes de que la verdadera luz de un pueblo son las personas que viven en él.
¿Qué paso puedes dar tu para salirte de lo esperado?
No te estoy pidiendo que compres un pueblo y le devuelvas la vida. Lo que te imploro es que no dejes las ideas locas guardadas en un cajón donde sucumbirán ante el polvo y el olvido, sino que les des la oportunidad de convertirlas en realidad.
Piensa en todas las personas a las que alguna vez has admirado. No siguieron los consejos del resto, no quisieron pasar desapercibidos, no se guardaron sus sueños en un cajón y pensaron que ya los alcanzarían en algún momento. Se arriesgaron y fueron a por ellos.
Puedo prometerte que el camino no será fácil. Que fracasar con tus propias convicciones es una sensación que nadie quisiera experimentar. Pero el precio es vivir la vida que quieres.
Así que, como decía George Lois, empieza a provocar, a seguir tu camino, a ser quien quieres ser. Merece la pena intentarlo, ¿no crees?