Esa jodida tendencia a no parar

Esa «jodida» tendencia a no parar nunca

Hace unas semanas sucedió algo que me dejó de piedra.

Aunque más allá de Ibai Llanos no conozco a casi ningún streamer de Twitch, siempre tengo un ojo puesto en las nuevas plataformas y en las oportunidades que ofrecen.

Leo noticias, escucho a personas expertas en el tema y me pregunto si para mí sería un buen canal de comunicación.

Y pese a que entiendo por qué está teniendo tanto éxito entre personas de todas las edades, hay algo que me echa para atrás.

Tengo la sensación de que hay que convertirse en un esclavo de la plataforma para conseguir resultados.

Estar ahí a diario, creando contenido de valor durante varias horas y tener la paciencia que se necesita para generar una audiencia que, además, esté dispuesto a pagar por verte.

Siento que estamos derivando en una cultura en la que el descanso se ve como un fracaso y en la que si paras uno o dos días —no te hablo ya de unas vacaciones— casi que tienes que pedirle perdón a tu audiencia.

Y me parece absurdo. Tanto, como lo que sucedió hace unos días en el directo de uno de los streamers más destacados, ZellenDust.

El streamer sufrió un ataque epiléptico en directo y unas convulsiones que le llevaron a arrancar la taza del cuarto de baño.

Si estás pensando en que te voy a relacionar toda esta historia con las excesivas horas que pasamos delante de una pantalla, te equivocas.

Entiendo que es un trabajo. Entiendo lo que puede llegar a demandar. Y entiendo el miedo a parar por si se olvidan de ti.

Pero eso no quiere decir que comparta lo que sucedió el día siguiente. 

En lugar de descansar, ZellenDust abrió directo como cualquier otro día y pidió perdón a su audiencia por haber tenido que parar el día anterior antes de tiempo por el ataque epiléptico.

¿Perdona?

¿En qué mierda del mundo nos estamos convirtiendo si una persona tiene que disculparse por sufrir un ataque epiléptico y marcharse al hospital?

¿Estamos locos?

Y te estoy hablando de la profesión de streamer, pero esta nueva normalidad se extiende mucho más allá.

Emprendedores que parece que si no contestan a un mensaje un domingo deben pedir perdón a un cliente, WhatsApp abierto 24 horas al día para cumplir sin falta…

Y más.

Cuando tan solo eres uno más en una profesión muy extensa solo hay dos maneras de destacar: ser el que más trabaja o el que menos gana.

Es duro, pero es así.

O eres ese perrito faldero que siempre está para tu cliente o le ofreces un precio tan tirado que merezca la pena que falles varias veces hasta conseguir resultados.

¿Guau?