Ser copywriter es un trabajo solitario.
Cada día estás tú delante del ordenador.
A veces tienes la sensación de que se te echa el mundo encima.
Si te dedicas a escribir es muy probable que pases muchas horas sentado y delante de una pantalla.
Desde luego, a mí me ocurre.
Por ello, cuando me ofrecieron la experiencia de trabajar codo con codo con una copywriter ni me lo pensé.
Eso había que probarlo.
Adaptarse a trabajar en equipo: más fácil de lo esperado
Ahora te cuento esto después de haber realizado varios proyectos con esta persona.
Sin embargo, el primer día no fue fácil.
Al final tienes que amoldar una forma de trabajar a la manera de enfocarlo de alguien a tu lado.
Y como cuando hablamos de convivir, esto simplemente no es sencillo.
Pero…
Cuando te amoldas…
Te das cuenta de que dos cabezas piensan mucho mejor que una y que vas a trabajar más rápido que de manera habitual.
Eso te da una ilusión tremenda para afrontar el desafío.
Pero no todo es de color de rosas… tú eres tu mayor enemigo
¿Te acuerdas de cuando hacías trabajos en grupo en el instituto o en la universidad?
Como yo era de esos empollones que quería sacar siempre la mejor nota, me echaba el trabajo a la espalda si era necesario.
Y esto significaba que si tenía que trabajar el doble que el resto para sacarlo hacia delante, lo haría.
Claro.
Esta situación habilitaba la posibilidad de que las personas que me rodearan pudieran escaquearse.
—Si Carmelo hace más, yo me despreocupo.
Durante el primer proyecto que tuvimos, me asustaba ser la persona que se desconectaba.
Mira.
En este proyecto yo no entraba como copy principal, sino apoyando a quien tomaría las riendas.
Esta persona, por decirlo de alguna manera, asumiría el peso de las reuniones y de la estrategia y yo la acompañaría.
Y claro…
Era muy fácil pensar…
Que había que prestar menos atención…
Te lo digo con sinceridad.
He tenido que luchar contra mí mismo para no ser la persona que se escaqueaba de los trabajos en grupo.
Cuando hay alguien que está mucho más metido en el proyecto, hay un instante en el que te sientes fuera.
Y esa sensación de estar fuera te puede jugar una mala pasada.
Trabajar en equipo es una bendición, pero hay que aprender
Por suerte, hicimos buenas migas.
Más que buenas migas, un gran equipo.
Entendimos cómo podíamos trabajar y lo dimos todo.
Así que los resultados llegaron.
El resto es historia.
Ahora me gustaría preguntarte si tú has pensado en trabajar en equipo como un compañero de profesión.
¿Lo has probado alguna vez?
Compárteme tus historias… ¡quiero saber más!